2 de noviembre de 2011

LA CHICHA DE LA IGUALDAD


 Alí Primera - Camarada


A esta humilde pecadora, se le han presentado los trabajos más  enriquecedores que me han permitido sentir la nobleza de la gente que nunca habían sido vistas, que solo han sido visitados y "escuchados" en actividades electorales y es, en definitiva, vivencias que muchos se pierden. En todo caso, no hay que ir muy lejos, por todos lados y muy cerca de nosotros siempre nos encontramos con seres que te ayudan a ver la vida a través de los ojos y el mundo de otro camarada, y es en ese momento donde confirmo cada vez más, lo iguales que somos.Solo debemos deslastrarnos de títulos, cargos, pasados, futuros, metas, del tiempo y todo aquello que empañe nuestra conciencia. Acércate!

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Amanece con lluvia y me encuentro con las intocables ganas de trabajar. Como todos los días, despido a seres que amo con la única intención de separarnos durante una larga jornada para cultivar nuestras ideas y nuestro amor por la patria en diferentes trincheras, unas más genuinas que otras claro.

Manejando mi bella y útil camioneta fuera de toda vigencia aseguradora, escucho la radio del Sur. De repente rompe toda la normalidad una imagen conmovedora del sentir de mi pueblo; bajo la interminable agua que cae para arropar el ímpetu de mi gente, veo a un chichero alimentando a los estómagos madrugadores de lucha. Escucho - compa dame un vaso de 6 – comenta un hermano – yo quiero uno de 8 – comenta otro – y a pesar del frío el hombre toma con una amable pausa su espesa bebida que indudablemente tiene ingredientes que alojan pensamientos de éxtasis que ayudan a olvidar la jornada qua está por comenzar. Al ver tanta frescura y tranquilidad en el camarada y compañero tomador de chichas, por un momento sentí la rica sensación de estar en un mundo paralelo, despegué hacia la insaciable necesidad de llamar y convocar la tranquilidad a pesar del corneteo y el desespero de quienes manejan el tráfico caraqueño.

Decidí estacionar y bajarme a tomar un vaso de chicha “de a 6” bajo la lluvia, y si, ciertamente, estaba divina, sabía a pecado. Al lado estaba un “recurso humano” de una empresa que construye un lugar para vender carros, que nuestra chicha auténtica y soberana, nunca podrá comprar pero si liberarnos. Omar se llamaba, hombre de “cierta edad” a punto de pasar a la categoría de pensionados afortunados de nuestra revolución. Nos presentamos viéndonos con rostros de igualdad TOTAL y le dije: ¿Está buena verdad? Omar saboreando una vez más el trago asintió con la cabeza. La mayor sorpresa fue que cuando sacaba sus billeticos arrugados de sus bolsillos, también pagó la mía y se fue esbozando la siguiente frase: "Que lindo es compartir señora, usted se baja de su carro y yo de mi camionetica, esto sólo pasa en Revolución"

Ruego todas las mañanas un vaso de chicha, lleno de sabor a pueblo y conciencia tranquila, es la única manera de disfrutarlo, es la única manera de reivindicarnos ante las luchas internas e individuales para consolidar (con el chichero)  la magia colectiva que nos une en un mundo lleno de amenazas y de “consecuencias colaterales”.

Ya encontré mi espacio para degustar el amigable sabor de compartir, comunicar y disfrutar con personas nobles. Aprecio toda defensa a las bebidas, que definitivamente a través de ellas, también se hace Revolución. 

Que viva la Chicha carajo!


2 comentarios:

  1. Excelente artículo. Hace honores a quien lo escribe. Soy testigo de la sensibilidad que arropa a esta querida compañera de vida.

    Jesús Antonio

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  2. Hola Jesús:
    Gracias por tus cumplidos compañero de vida.

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