12 de junio de 2012

SECRETOS DEL SUR



"Quiero pasar la noche extraordinaria,
quiero que sea descalza y sin corpiño." 

Polo de lo que Quiero
Cecilia Todd y Gualberto Ibarreto


Una tranquila joven blanca, de cabellera larga y afilada, con rulos bañados de esencias y encantos, montaba a viajantes en unidades que, sobre 4 ruedas, largaban tras el paso de caminos hacia el Sur minados de siembras y sol. Ella cantaba, recitaba y contaba leyendas de cada uno de los pueblos que dejaban al pasar, regalando  miradas a los viajeros y evocando  imágenes y formas de lo que sería la historia final de las jácaras recreadas en la imaginación de los turistas.

En uno de los viajes al Sur, donde todo el verde se desvanecía bajo la cintura de la tranquila joven blanca, 14 tripulantes sobre ruedas se fueron con ella. Los 14 la escuchaban atentamente, silentemente, maravillada-mente; solo uno quedo extasiado y prendado de las modulaciones de sus labios rojos cada vez que la joven suspiraba Orinoco y Caroní; solo uno quedó enganchado en sus muslos cuando ella mostraba con sus dedos la magia sigilosa de los crepúsculos en la tierra de Manuel Piar; solo uno deseaba estar junto a ella para desplegar los sudores que La Llovizna se atrevía a rozar en su cándida piel. Bastaba una mirada para que comenzara el juego entre la lujuria y la ternura.


Una noche, bajo el conejo de la luna, ambos salieron a caminar junto a los 13. De tanto hablar él ya había olvidado los susurros que su imaginación le dictaba al recordar sus caderas; no importó. Cuando todos dormían, la tranquila joven blanca quedaba arreglando los recodos  del  día para acomodar los de la siguiente aurora. 

- ¿Ves el conejo en la luna?  – Inocentemente preguntó él tras reflexionar cómo se conquistan unas piernas como esas  – dicen que si dos personas lo ven, como tú y yo por ejemplo, es porque se gustan.

- ¿Conejo?  – Ella alza la vista y esboza – creo que Manuela y Bolívar no contaron con eso.

Sin embargo, la tranquila joven blanca percibía que él,  siendo más tierno en edad, la sabía mirar. ¡Vaya niño!  ¡Vaya tormento!

Bajo el conejo de la luna ambos salieron a caminar ya sin los 13. Reciclando las ganas y exorcizado aquel muchacho le hace una petición a los labios rojos. Ella cierra sus ojos,  escucha y traduce las palabras inexpertas que valientemente él le reveló: acércate a mi oído y guíame la respiración, susúrrame Orinoco, el Caroní hasta que me corra por las venas tu inspiración.  Háblame de tus verdes, cuéntame de tus voluptuosas montañas,  que sin rozarlas ya las imagino como cerecitas de limón jugosas dentro de mi boca. Enséñame tu caminar sereno, al ritmo de la samba, de esa frontera de la que tan cerca estoy.

La tranquila joven blanca, tiernamente, hizo que se refugiara en el centro de su universo, para luego mostrarle el camino que tanto él quería hurgar  y como una expedición, saboreó, olió y disfrutó toda la selva que había entre sus piernas. No hubo compás de tiempos ni diferencias que le negaran a cada uno su sed de conocer la mística canción ancestral que radica entre el vientre y la piel.

Así pasaron las 6 lunas ya sin conejo, caminando sin los 13 y explorando la Gran Sabana entre los escalofríos que producen el deseo y los secretos que guardaron para siempre en el éxtasis que los elevó tan alto como el Tepuy.

La tierna joven blanca no volvió a mostrar los mismos senderos, quiso asegurarlos en su recuerdo. 

Mientrras tanto, él volvió al Sur sin encontrar el mismo camino.

3 de junio de 2012

Ráfaga por siempre


"Que ser valiente no salga tan caro, 
que ser cobarde no valga la pena"
Noche de Boda
Chavela Vargas y Joaquín Sabina

Se alza mi voz como lo que fue y ES
tu himno
Algún día cantaremos juntos
las razones de mi olvido y de los reencuentros
ráfagas por siempre
que nos permitimos existirlos y asistirlos
Aquí estoy
la Bailarina de Cristal
la Muñeca
la Amiga amante de balcones
la Inolvidable
la Gamboa de miradas furtivas
que se desploman en un solo beso
y se volvían anillos de vientos
en cada abrazo, en cada cama visitada
la Muy Señora Mía...

Ahora, soy el Bálsamo de tus delirios y de tus rodillas
flexionadas a mi espejo que aun no reconoces

Mientras, sabes que soy y seré
madre, tierra, entrañas... no patrañas
cantos, miedos, valentía, ceguera

Que se alce mi voz,
no pretendo nunca esconderla,
aquí estoy para entonar y cantar
cuando el polvo de las flores regaladas
cuando el horizonte de noches embaucadas
cuando tus sueños sean de colores destellantes
cuando no arrebate mi cintura en tu cabeza.