1 de noviembre de 2012

Respuesta al Bello Silencio


 *Bello Silencio: 
por respeto a él, por respeto a mí, por respeto a quienes continuaron y continúan con  nuestro Bello Silencio.

 "Hay amores eternos que duran lo que dura un corto invierno"
Amores Eternos-Joaquín Sabina

Mi Bello silencio* que ahora se coloca frente a mí como el hombre que siempre vi...

Lo beso lento y atrevidamente en su boca ansiosa de probarme... y ¿Qué le puedo decir de mis lunares? Pues, lo único que le puedo susurrar, a su oído, es que hay tantos como para detallarlos beso a beso hasta perder la cuenta y volver a empezar! Cada uno de ellos tiene una característica personal e independiente, pero cuando apenas los rozan se inquietan, causando estremecimientos en mi piel, luego se dispersan para que sea besada por cada parte de mi cuerpo. Son confidentes de mis atrevimientos mi Bello Silencio*…

Me seduce, y mucho, que mis labios sean para usted “alimento vital”. Somos una tormenta adormecida, como usted lo dice, ahora liberada. Irremediablemente, está presente y avisada. Nuestras bocas arden de deseo. No puedo negar la sensación de escalofrío, cada vez que lo leo, reiteradas veces, siento como un hilo de sangre tibia que comienza a recorrer las fibras adormecidas que su boca, mediante palabras, aniquila cualquier preludio de tranquilidad, al contrario, incitan a jugar, bailar, cantar, besar… mirar.

Aunque suene contradictorio, agradezco la distancia que mis 4 sentidos puedan percibir directamente (el sentido de la piel se salva… los escalofríos son avasallantes).

Ahora que soy la mujer, atrevida, bella, consentida (este último me encanta), le manifiesto que las intensas sensaciones que recorrerá mi cuerpo cuando la palabra se haga hecho, que mi respiración acelerada, mi intensa, instintiva y femenina respuesta que me robará cuando labios y cuerpos hagan del verbo innecesario, serán, como siempre mi Bello Silencio*, sin rodeos y sin permisos. Sostengo mi ineludible y leal intención de “cantarnos juntos” con la certeza de empalagarnos con suspiros que surgirán de cada beso, de cada mirada que inevitablemente se encontrarán cuando intercambiemos la respiración, el encuentro deseado desde nuestro primer atino con la palabra que prendió la necesaria chispa y que no batallamos para hacerla nuestra.

Mi Bello Silencio*, soy mujer, instintiva, empoderada a las emociones de mi piel y que son vulnerables ante el deseo de alguien que se hace hombre ante mi cuerpo y sus debilidades. Por eso, ya he tenido algo con usted. Una vez, estando en uno de los “Conjuros de los Martes”, usted se encontraba sentado leyendo un libro… cualquier excusa para hablarle valía la pena, aún cuando se sintiera mis otras intenciones. Pues, ya que mis excusas ya están disueltas ante usted, ya que conoce de mí cómo me siento ante sus ojos, ya que mi anhelo de tenerle cerquita de mí y hacer del beso un hecho tangible lo conoce, ya que ahora tiene la certeza de mis atrevimientos; solo queda tomar de su boca, perderme en sus preludios que susurran sus labios, frotar por cada rincón de mi templo la miel de su mirada y contemplarme a través de sus manos, que de manera traviesa, me besan.

 Mi apasionado y Bello Silencio*; me cautiva lo sutil de como nos hemos encontrado, sin quererlo, sin buscarlo, sin intenciones que vayan más allá de lo que surgió por un sentimiento y sensaciones ya existentes; estos espacios los tomo como un remanso lleno de descanso, respiro, tregua. ¿Sabe?, para mí el mar es un espacio de inexplicable paz y desde pequeña he tenido la dicha de despertarme ante él. Luego de disfrutar su arena, su oleaje, sus olores, su brisa, al momento que me anunciaban la partida, con tristeza sana me volvía. Sin embargo, siempre en el camino de regreso me quedaba la divina huella en la piel, la inexplicable sensación de "certeza " que el descanso y la tranquilidad estarán allí para cuando quiera regresar sin ataduras de tiempo… solo de momentos. Mi convicción es que para llegar a deleitarse de esa paz, es preciso tener la disposición íntegra de disfrutarlo.

Mis pasiones, al igual que usted, también aumentan cada día. Temo se vuelva urgente saciarme de su boca. Mi Bello Silencio*, ya no se habla de “cantarnos juntos”, sino además, de fundirnos completamente a partir de un beso. Me contagia su debilidad, realzando mis delirios que no hacen más que reflejar en mi cuerpo una divina sensación de sentirlo cerca. ¿Será que nos idealizamos mucho? ¿Por qué tenemos la confianza de la reciprocidad de caricias, de disfrutarnos la respiración, de tomarnos palma a palma nuestras fuentes cuando sean humedecidas por la pasión? Me siento bien cuando lo pienso escribiéndole y cuando lo imagino escribiéndome. Aquí están los lunares de mi cuerpo, aquí continúan los suspiros, insiste el anhelo de untarme sus mieles…

Aquí estoy, su Bello Silencio*, la mujer.




Amores Eternos - Joaquín Sabina